Kokedamas
El origen de los kokedamas se remonta a la historia antigua del Japón. Los ricos dominaban el arte del bonsái, los pobres admiraban su belleza, pero no tenían acceso al conocimiento ni a los materiales necesarios para realizar esta técnica. Por lo tanto, seleccionaban del campo la variedad de planta que más les gustaba, cortaban una lonja de musgo, cubrían el pan de tierra y lo ataban con una soga, sin saber que estaban dando comienzo a lo que hasta hoy en día genera pasión y suma tantos adeptos.
El kokedama no drena como una planta en maceta, el musgo retiene la humedad y esto le da ventajas a la hora de ubicarlo en el interior de la casa. Puede ser parte de la decoración, dando su toque de naturaleza a escritorios, bibliotecas mesadas o cualquier ambiente del hogar.
Cuidados básicos
No exponer al sol directo.
Si el ambiente es seco, rociar las hojas con agua. Pero tener en cuenta que el kokedama sufre más por el exceso de agua que por la falta.
Sumergir en agua cuando la bola de musgo esté seca. Dejar unos minutos hasta que el agua no haga más burbujas. Retirar del recipiente y dejar caer el excedente de agua.
No apretar el musgo para escurrir el agua.
Cuidado con los gatos, les encanta morder y jugar con el kokedama.
Girar sobre su eje para que las hojas no se vuelquen hacia la luz solar.
Controlar periódicamente la aparición de hongos e insectos que puedan afectar la planta para combatirlos a tiempo.
Limpiar las hojas con un algodón húmedo si fuera necesario.
Cortar las hojas secas con cuidado para no lastimar las sanas.
Fortalecer con fertilizantes y abonos orgánicos, preferentemente agregándolos en el agua de riego.
Si los hilos se sueltan se pueden coser con una aguja a el kokedama.